sábado, 14 de noviembre de 2009

la famila




Para la historia

El oportunismo juntó de nuevo en la "megamarcha del SME" a lo peorcito de la nuestra queridísima clase política;
¿ Qué los une ?

¿Qué noble causa logró unir los brazos de gentes formadas en los privilegios del antiguo régimen corporativo que se resiste a desaparecer ?

Los aglutina sólo su obsena atracción por el poder politico y la transa. PUNTO.

Detrás de su discurcito incendiario y radical pero también ridículo y cursi, se encuentra la defensa de los privilegios injustos que lograron en el pasado que añoran y defienden.
Eso sí se asumen como progresistas pero son la definición viviente de la Reacción. (del conservadurismo, le retrogradismo, la verdadera derecha, la delicuencia organizada, el neo fascismo... mejor ahí le paro)

Desde Torquemada los sabemos perfectamente

¿ a balazos llegamos a balazos nos sacarán de Fidel Velázquez ?
Siento decirles que van de salida y no pasó nada.


Nota: falta alguien en la foto; más adelante se encontraron con Lic. Porfiro Muñoz Ledo quien vociferaba contra el gobierno que afirma va a caer en cualquier momento.
Debe tener muy alta autoestima para hacer el ridículo tan repetida y tenazmente.

lunes, 19 de octubre de 2009

Federico Reyes Heroles La Marcha final

13 Oct. 09

El espectáculo sería impresionante. Reporteros de las cadenas informativas de todo el mundo abarrotando los hoteles del centro de la capital. La gran marcha al Zócalo podría iniciar el primer minuto del 2010. Si los sindicalistas piensan que paralizando avenidas por algunas horas se pueden imponer al país, por qué no expresarse en el mismo idioma. Marcha contra marcha.

La coordinación del movimiento se llevaría tiempo. Lo primero sería explicar el costo de la empresa por habitante, no por ciudadano. El enojo cundiría. La cifra oscila los 400 pesos anuales. Bebés, menores y ancianos todos debemos pagar esa cifra para mantener a la improductiva empresa y su corrupto sindicato. Se podría aprovechar la excepcional movilización para levantar un registro de los sublevados en contra del SME. INEGI podría proveer los instrumentos para el ejercicio. La irritación social por el descaro de los trabajadores de seguro se desbordaría, sobre todo entre los segmentos más pobres. Luz y Fuerza era el impuesto más regresivo del país. La marcha tendría un gran apoyo popular. En lugar de que el subsidio sea transferido por la Federación, mejor que la entrega de los dineros la hagan directamente los moradores, uno por uno. Un impuesto disfrazado en beneficio de un grupúsculo es una burla y una humillación a los mexicanos.

Comenzaría Aguascalientes y terminaría Zacatecas. La logística sería complicada pero no imposible. Los transportistas del país podrían aportar su capacidad de mover a cientos de miles de mexicanos cada día. Las autoridades de la capital, actualmente renuentes a asumir un compromiso por coquetear con la idea de no perder algunos votos, no tendrían margen: o ayudan en la organización o harán el ridículo. Todos los días se tendrían que paralizar partes de la capital dependiendo del sitio de origen de los marchistas. Las molestias se volverían permanentes. Parece que ello sustituye a los argumentos.

Los números se imponen. Los 106 millones de habitantes son una mayoría tan apabullante que los sindicalistas se desvanecen. Trabajadores y jubilados y un porcentaje de sus parientes representan alrededor del 0.09% de la población nacional. Son estadísticamente insignificantes. Son ellos los que lucraban con este impuesto generalizado a todos los mexicanos. Se tendría que marchar día y noche incluidos los días festivos, no hay otra forma de cumplir con la meta: 40,000 mdp. La ciudadanía no pondría demasiada resistencia, el enojo es tal que se aceptaría el sacrificio. Cada día tendrían que marchar alrededor de 290,500 personas, en promedio 12,000 por hora. La administración debería absorber alrededor de 200 ciudadanos por minuto. La entrega en efectivo y el registro del nombre y domicilio del habitante afectado por el subsidio a la empresa se llevaría alrededor de pongamos 4 minutos. Se necesitarían en el Zócalo mil recepcionistas-cajeros las 24 horas del día más personal de supervisión y seguridad. Harían falta también camionetas blindadas para poder llevar el efectivo a los bancos.

La gran movilización podría comenzar el 31 de diciembre. Me temo que los líderes sindicales rechazarían la invitación a atestiguar el hecho. Aguascalientes abriría plaza. El espectáculo sería desgarrador. Familias completas de dos y tres generaciones llegando a la cita. Mujeres y hombres mayores ayudados por sus familiares entregando sus 400 pesos. Llegarían muchos niños. Los billetes sucios y doblados seguramente serían en su gran mayoría de denominaciones bajas. Ver a las madres solas pagando por su esposo (¿emigrado quizá?) y por sus hijos, familias de cinco integrantes, paupérrimas, entregando 2000 pesos, y en algunas ocasiones más, sería desolador. Los fotógrafos no se darían abasto con el triste espectáculo. La marcha permitiría un retrato de la República. Clases medias enfurecidas y vociferantes, trabajadores indignados, muchos pobres, pocos ricos, de todo. Quizá lo más doloroso sería el desfile de las entidades con población indígena, Chiapas, Hidalgo, Guerrero, las primeras, Oaxaca y Veracruz vendrían después.

Creo que los líderes sindicales desaparecerían de vergüenza. El fraude en sus elecciones internas es ya un nuevo referente de la corrupción. La información de sus prebendas es demoledora. Difícilmente podrían convocar a conferencias de prensa, de hecho tendrían que huir de los periodistas, en particular de los extranjeros, que quizá preguntarían cosas tan sencillas como ¿ustedes consideran progresista que los pobres los sostengan? ¿Cómo es posible que en un país de jóvenes una empresa tenga un jubilado por cada dos trabajadores? ¿Cuáles son los principales contratos del sindicato con la empresa? PRI y PRD tendrían que cambiar sus posiciones, no podrían defender a un grupo de extorsionadores.

Que no amenacen con marchas porque en eso también están perdidos. Los hundió su corrupción y soberbia. La última marcha sobre el asunto podría ser virtual. Bien por la liquidación, todavía hay dignidad.

Denise Dresser Huevos revueltos

La frase recurrente. El aplauso contundente. La locución vulgar pero que captura el sentir de muchos mexicanos en estos días sobre Felipe Calderón: "tiene huevos". Se escucha en los cafés, se oye en la calle, se lee en los blogs, se repite en las sobremesas. El reconocimiento a un Presidente que reemplaza la cautela con el coraje, que sacude el doblegamiento con la decisión, que sustituye la administración de la inercia con una medida -como la liquidación de Luz y Fuerza del Centro- capaz de remontarla. Sin duda el Presidente ha demostrado en días recientes la intención de combatir privilegios, confrontar cotos y desmantelar cuellos de botella que han retrasado la modernización de México. Ahora le falta hacerlo consistentemente. Ahora necesita enseñar que los cojones tan celebrados están bien puestos, y que los usará para enfrentar intereses atrincherados dondequiera que estén: tanto en la izquierda como en la derecha; tanto en el mundo sindical como en el ámbito empresarial. Porque si no lo hace, la confrontación con el Sindicato Mexicano de Electricistas terminará por ser una demostración de fuerza, más que un acto de buen gobierno. Y hay una diferencia.

Sí, hay una diferencia entre decisiones oportunistas que se toman para cambiar la correlación de fuerzas en favor del gobierno, y decisiones estratégicas que se toman para cambiar el balance de poder en favor de la ciudadanía. Hay una diferencia entre revivir el "Quinazo", e inaugurar un nuevo tipo de relación entre los sindicatos públicos, el gobierno y la sociedad. Hay una diferencia entre empujar medidas que fortalecen momentáneamente la popularidad presidencial, y empujar acciones que fomentan de manera coherente el crecimiento económico. Hasta el momento, Felipe Calderón ha optado por lo primero, pero no ha sido capaz de transmitir lo segundo. Ha mostrado -como se dice coloquialmente- "tener huevos", pero todavía son huevos revueltos o, en algunos casos, tibios.

El Presidente ha desplegado valor para cerrar una empresa ineficaz, pero no el suficiente como para impedir su simple absorción por parte de otro monopolio público con pocos incentivos para ofrecer un servicio mejor y más barato. El Presidente ha tenido arrojo para confrontar a un sindicato que su gobierno apapachó, pero no el suficiente como para explicar cuál será su posición ante otros sindicatos con prebendas similares. El Presidente ha demostrado valentía para denunciar los abusos cometidos en contra de los consumidores, pero le falta hablar de los que se dan en tantos otros sectores. El Presidente ha demostrado -por fin- la audacia para enarbolar la lucha contra los privilegios, pero le urge criticar los que gozan sus aliados en la élite empresarial.

Como el gobierno ha sido incapaz de crear una visión consistente sobre su actuación, aun las decisiones necesarias se vuelven blanco fácil para la crítica. Como el gobierno no ha logrado construir una narrativa anticorporativa, su lucha contra el SME aparece como un pleito contra la izquierda. Como el gobierno no ha buscado armar un frente antimonopólico, el llamado a fomentar la eficiencia liquidando Luz y Fuerza genera menos credibilidad de la que debería. Y por ello, aunque acciones como la de LyF se tomen en favor de la modernización son vistas como manotazos. Aunque la decisión sea técnicamente correcta, es percibida como políticamente discrecional. Ante la impericia del gobierno para explicar por qué hace lo que hace, actos legítimos de autoridad se vuelven tan sólo gestos de arbitrariedad.

La única manera de remediar la confusión conceptual y política en la cual se halla Felipe Calderón hoy es a través de la consistencia. A través de decisiones guiadas por el imperativo de denunciar privilegios y combatir ineficiencias e impedir abusos a los consumidores, de donde provengan. En los monopolios públicos y en los monopolios privados; en la Compañía de Luz y Fuerza y en Telmex; en el Sindicato Mexicano de Electricistas y en el Consejo Coordinador Empresarial; en la provisión del servicio eléctrico y en la provisión de servicios financieros; en el Sindicato Nacional de Trabajadores de la Educación y en el Consejo Mexicano de Hombres de Negocios; en las cúpulas sindicales que compran ranchos y en las cúpulas empresariales que evaden impuestos; entre los líderes charros que chantajean al gobierno y los oligarcas de la televisión que lo hacen también.

En pocas palabras, Felipe Calderón tendría que demostrar que la valentía desplegada no es una valentía selectiva. Tendría que convencer que el combate a los privilegios se llevará a cabo aun contra los de casa. Tendría que enseñar que está desmantelando al viejo régimen y no sólo liquidando a trabajadores políticamente incómodos. Si no vincula la audacia aplaudida con la visión auténticamente reformista, la oportunidad que ha abierto con la liquidación de Luz y Fuerza del Centro será una oportunidad desperdiciada. En lugar de preparar huevos bien cocidos, servirá tan sólo huevos mal revueltos.

viernes, 2 de octubre de 2009

discursos de Porfirio Muñoz Ledo en 1969

Discurso de Porfirio Muñoz Ledo el 20 de noviembre de 1969


Pertenezco a una generación de mexicanos que ha reconocido la obra de sus antepasados, que ha aprendido a respetar la severidad del escenario republicano y que aspira a honrar la memoria de los hechos cuyo aniversario hoy nos congrega.
Este día no es sólo ocasión para reverenciar hombres y principios a los que debemos nuestro ser nacional; es también elocuente testimonio de la unidad que vincula con su gobierno, a las corrientes políticas que se entrelazaron en la edificación del México moderno y a las generaciones que han tenido y que tendrán que asumir la continuidad; de nuestro proceso revolucionario.
Hoy la historia ha vuelto a adquirir los contornos de nuestro presente y a señalarnos líneas del porvenir, porque merced a una obra memorable de gobierno. México ha mantenido y remodelado el rumbo de una Revolución inconclusa.
De esta manera, el veinte de noviembre es ahora algo más que el aniversario de una revuelta precursora, algo más que el recuerdo de nuestro irrenunciable punto de partida, algo más que el homenaje a la iluminada vocación democrática de Madero.
En nuestros días esta fecha incorpora a su ámbito evocador el régimen constitucional y el régimen político de la República, para convertirse en el símbolo de todo un siglo del acontecer nacional. Desde la perspectiva de nuestro tiempo la Revolución compendia la lucha que el pueblo mexicano ha empeñado durante este siglo en favor de su libertad y la estrategia que ha diseñado para acrecentar su independencia.
Al definir nuestra revolución como una larga sucesión de momentos estelares, como un proceso vivo que solicita el recurso de nuevas reformas y de nuevos esfuerzos, ennoblecemos el quehacer políticoy otorgamos al trabajo de los mexicanos la relevancia de una obra histórica. De ahí que una vigorosa concepción de nuestra vida pública se haya preocupado celosamente por ubicar a la política en el plano de la historia y haya decidido abrir nuevamente el panteón n el que moran los grandes conductores de nuestro movimiento social.
En México los héroes del estado lo son también de la nación por que el avance de la comunidad mexicana, e incluso nuestra idea de patria, son consecuencia de la obra política del pueblo y de los poderes que éste ha constituido. Contra quienes sostienen que nuestra evolución política va a la zaga de nuestro desarrollo, el gobierno de la República honra en este acto al creador de nuestras instituciones políticas y reafirma que estas constituyen la síntesis y el instrumento más eficiente de nuestro progreso histórico.
El homenaje que rendimos esta mañana a la memoria del general Plutarco Elías Calles se justifica sobradamente a la luz de la historia y en función de nuestro presente. El decreto que dispuso el traslado de sus restos bajo esta bóveda lo estimó digno de unirse, en la posteridad, a las figuras de Francisco IMadero y de Venustiano Carranza por el limpio servicio que prestó en todas sus etapas a la causa revolucionaria: como soldado, como gobernante, y como estadista que fundó nuestra paz social y que puso en marcha la era constructiva de nuestro tránsito hacia la modernidad.
El gobierno de la República ha querido subrayar hoy la armonía profunda de nuestro ciclo revolucionario al reiterar simultáneamente, en el homenaje al Plan de Guadalupe, su admiración reverente hacia el jefe del Ejército Constitucionalista y al recoger una vez más la voz del pueblo que señala a Francisco Villa como un vengador auténtico de los agravios y de las servidumbres a que había sido sometido.
Respetamos tanto a nuestros muertos que no pretendemos celebrar entre ellos alianzas póstumas. Nuestra conciencia histórica es lo bastante sólida para no necesitar engañarnos, borrando piadosamente los rastros sombríos de nuestro pasado. Sabemos que las relaciones entre los personajes que hoy honra la República transcurrieron frecuentemente en la discordia.
Poco importan, sin embargo, extraviarse en el anecdotario de las pasiones, por más violentas que hayan sido para sus protagonistas o por más doloroso que haya sido su desenlace. Sabemos que siglos de represiones y decenios de corrupción habían ocultado o desfigurado la naturaleza profunda de los mexicanos; la misma que habría de revelarse brutalmente y de afirmar, en un enorme holocausto, su derecho a la dignidad ciudadana.
Sabemos también que los revolucionarios a quienes honramos pertenecen, con orígenes distintos y con acentos propios, a la tradición liberal y social que informa la historia de la República. Todos ellos habrían combatido al lado de Morelos o de Juárez si el tiempo se los hubiese permitido. Todos ellos lucharon, a su manera, por una nación independiente, libre, participante y justa. Todos ellos encarnaron, hasta el límite del sacrificio o del martirio, los ideales que animan hoy el impulso ascendente del pueblo mexicano.
La democracia se funda constitucionalmente en la representatividad jurídica de los gobiernos, pero sólo adquiere fuerza y eficacia en la medida que ensancha su representatividad política. Las revoluciones, si lo son en verdad, añaden a esos atributos la imagen igualitaria de su representatividad popular.
El pueblo, el derecho y el poder: He ahí los elementos constitutivos y los factores dinámicos de nuestro proceso revolucionario. De ahí el legado que finalmente nos dejaron —sin contradicción alguna— la presencia y la obra de Francisco Villa, de Venustiano Carranza y de Plutarco Elías Calles.
Nuestra vida como nación es “la hazaña de un gran pueblo mestizo” que —gestado y negado a la vez por la colonia— al cabo de un inmenso y prolongado esfuerzo, ha venido a incorporar su fisonomía y su personalidad al inventario de los pueblos libres.
Para ello ha debido transformarse con el ritmo de profundas convulsiones y darse caudillos extraídos de la gran masa popular. Desde la Independencia, nuestros guías no fueron miembros de una sola clase social que estuviese destinada, por el desarrollo de las ideas y de las fuerzas productivas, a ocupar su turno dentro de la cronología política.
Nuestra Revolución fue el agitado escenario donde aparecieron, irreverentes, los rostros más típicos del cuerpo social; aquellos que no encontraban sitio, sino disimulados, en los daguerrotipos de la dictadura, aquellos que ahora transcurren creadoramente —sin que nos demos cuenta— por el marco de la sociedad civil. Aquellos que otorgan a nuestro estilo comunitario, a nuestra cultura, a nuestro régimen constitucional y a nuestra política, modos de ser cuya esencia es incanjeable, a pesar de los nostálgicos y a pesar de los imitadores.
Dotar a nuestros caudillos de biografías artificiales en las que se reflejara una conducta inmaculada, sería insensato. Primero, porque es propio de los débiles atentar contra su historia y segundo; porque de nada valdría desnaturalizarlos: acabaríamos despojándolos de los atributos que son su fuerza y que constituyen a la postre el elemento más significativo de su obra pública.
Francisco Villa emerge de las rutas perdidas de la exclusión social hasta tomar los perfiles del centauro de la leyenda. Leal, agresivamente leal al dulce recuerdo de Francisco I. Madero, recorre en fuego un territorio agreste y crea, por las simbiosis del hombre y del pueblo, del combatiente y la naturaleza, la primera imagen contemporánea del guerrillero.
Nada más natural que el pueblo se viera reflejado en sus hazañas y que su figura viniese a simbolizar, junto con la del gestor sin tacha de las causas permanentes de México —Emiliano Zapata— el anuncio y el símbolo de lo que sería durante este siglo la sublevación de todos los pueblos humillados, la gran revancha contra la opresión que ha transformado el concepto de humanidad y habrá de alterar el curso dxe la historia.
Todas las revoluciones llevan dentro de sí el germen de su propia síntesis. Entre nosotros el Plan de Guadalupe es avanzada contra la dictadura, vértice moderador de la violencia e hilo conductor de la causa del pueblo. Enriquecido por el tiempo, por las ideas y aun por las pasiones, terminó resumiendo —como se lo propuso— la soberanía de la República y dando origen a la carta que convierte la fuerza de la Revolución en un nuevo derecho: la Constitución de 1917.
Venustiano Carranza acaudilla la segunda fase de nuestra lucha armada, salvaguarda nuestra tradición liberal y evita, con decisión intransigente, que el desbordamiento anticipado de las reivindicaciones y la acechanza de los intereses, pongan en peligro la independencia de la nación.
Nuestra norma suprema es el compendio, ideológico y político, de las mejores herencias de nuestro pasado y de las aspiraciones de nuestro presente. Contiene la más amplia carta de garantías individuales porque sabe que el respeto a los derechos del hombre es el ideal más alto de toda civilización y establece los mecanismos de la equidad y del progreso social, sin los cuales la libertad es fórmula vacía. Pero armoniza también las exigencias de la sociedad democrática dentro de un régimen presidencialista que confiere al jefe del Estado la responsabilidad de obedecer el mandato del pueblo y de cumplir los propósitos de la Revolución.
La Constitución es el marco de nuestro desarrollo porque crea los instrumentos políticos para transformar la sociedad en un ámbito de libertad. Carranza es fundador y es vigía.
Nos advierte que nuestra vida está inmersa en la realidad del mundo, que no hay historia sin geografía y que ninguno de nuestros proyectos —por más noble que sea— sirve a la patria si pone en peligro la integridad territorial, la independencia cultural y la soberanía política de la República. Con Juárez, con Hidalgo, es defensor esclarecido de la existencia autónoma de México.
Las grandes revoluciones contemporáneas se caracterizan por haber concretado su ideología y su derecho en sistemas políticos que desbordan los esquemas formales de la democracia. Apresuradas por alcanzar la modernidad en un solo impulso o por fundar estructuras económicas radicalmente novedosas, todas sin excepción han elegido su propia identidad política antes que la copia servil e imposible de los modelos que postularon las sociedades industriales surgidas en el siglo XVIII.
Plutarco Elías Calles comprendió que era preciso crear las instituciones políticas que aseguraran a nuestro movimiento revolucionario su continuidad histórica a fin de no reiniciar el ciclo trágico cuyos extremos son la dictadura y la anarquía; a fin de que el antiguo régimen no renaciera entre las fisuras provocadas por las facciones, por la resaca de los intereses afectados, por las ambiciones del exterior y por el escepticismo de las nuevas generaciones.
El general Calles fue un gobernante atento a los fenómenos históricos que vinieron a precisar —entre dos guerras mundiales— las ideas de nuestro siglo. Sabía que nuestros gobiernos —desde sus más remotos orígenes— reposaron en la dominación de las armas sobre su territorio. Su experiencia y su agudeza le indicaron que los hábitos políticos de la eclosión revolucionaria deberían modificarse para conducirnos al advenimiento definitivo de la sociedad civil.
Emprende y consuma la tarea de resolver las contradicciones del grupo revolucionario y de proteger a la Constitución y al régimen contra la subversión de las corporaciones que aquella había desaforado. Bosqueja e inaugura el Estado moderno mexicano con las instituciones básicas para su desarrollo, a las que da sentido e impulso con un gran Partido Nacional que rescata todas las corrientes del progreso y a las que sostiene con un ejército que reafirma la conciencia de su origen popular y de su destino republicano.
Es, en suma, el hombre que establece la paz entre los mexicanos, aquel a quien la nación debe que se hayan terminado para siempre sus luchas fratricidas. Aun en el extremo de la soledad, antepuso a toda consideración personal la imagen que se había forjado de una patria estable, vigorosa y próspera.

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Hace nueve años, en esta misma tribuna, el ciudadano Gustavo Díaz Ordaz afirmó que a su generación correspondía buscar la concordia entre quienes pudieran hallarse todavía separados por el recuerdo de la lucha, con el fin de conjugar todos los esfuerzos en torno a las grandes metas nacionales.
Este propósito, unido a la idea de que ahora la Revolución Mexicana es, más que un simple hecho histórico, norma que inspira la conducta y actitud conciente ante los problemas de México, nos permite comprender cabalmente la actividad nacional de los años más recientes.
La Revolución ha fomentado en una misma etapa, enérgica y reflexiva, la unidad y la vigencia que se manifiestan en esta ceremonia, porque el régimen político de la República ha inspirado sus actos en los valores que hoy reverenciamos. Ha obedecido y hecho obedecer los mandatos de la voluntad popular, ha conservado intacta la autoridad del Estado y ha defendido, con el derecho, la soberanía de la nación.
Hemos vivido una de las coyunturas más cargadas de sentido dentro de nuestra historia contemporánea: momento que separaba y que ha vinculado finalmente tres decenios de desarrollo con los tres que le faltan a la revolución para cumplir su obra durante este siglo.
Al cabo de un prolongado periodo de crecimiento fuerzas e intereses ajenos a la voluntad del pueblo pretendieron divorciarlo de las instituciones de la República y los más antiguos trasfondos reaccionarios vinieron a condensarse en la idea de que el deber más imperioso para los mexicanos es disminuir la autoridad del Estado e inventar un nuevo régimen constitucional.
La sabiduría de nuestro sistema de gobierno consiste en mantener y reiniciar todas sus reformas por una estrategia de sucesivas consolidaciones políticas. De esta manera nuestro progreso se ha vuelto a la postre irreversible, porque ha cerrado el camino a todo retroceso. Hemos llegado así a un punto sin retorno de la historia mexicana que me atreveré a llamar el momento de nuestra madurez revolucionaria.
Hoy, en pocos países como el nuestro los jóvenes encuentran mejores posibilidades de identificación y de servicio dentro de la sociedad civil. En muy pocos podría escucharse verazmente la promesa que formuló aquí, hace casi dos lustros, el actual jefe de nuestra nación cuando afirmó que a sus contemporáneos correspondía ser el macizo puente por el que habrían de pasar las nuevas generaciones para hacerse cargo'de sus responsabilidades con la patria.
A los jóvenes que acepten este legado toca entender que la verdadera fidelidad a los principios de nuestra Constitución es el ejercicio conciente del talento y de la virtud porque sus mandatos contienen todas las expectativas de nuestra transformación social.
La tarea más fecunda de nuestro presente es depositar en las conciencias que nacen las razones de nuestro pasado y las proporciones de nuestro tiempo.
La historia ha de ser el alma de una educación para el porvenir. La imaginación política el mejor reducto de nuestra lealtad.
Así podremos afirmar los perfiles de nuestro ser nacional y avanzar, en la justicia y en la unidad, el tramo que nos aguarda de nuestro largo itinerario hacia la libertad.
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Teatro Ferrocarrilero “Gudelio Morales”, el 9 de septiembre de 1969.



Diálogo y testimonio, instante e historia, el Quinto Informe de Gobierno del presidente Díaz Ordaz ha empezado ya a cumplir su tarea en la conciencia publica. El 1o. de septiembre fue presencia viva del jefe de la nación en la comunidad mexicana, ampliada esta vez —gracias al propio esfuerzo del gobierno— por medios de comunicación que solo así, como vehículos de causas nacionales, adquieren plena justificación y sentido. Pero es también —y ésta es la razón que nos convoca— documento destinado a la reflexión y el análisis, en el que se compendia, más que la descripción circunstanciada de una obra administrativa, la explicación de un lapso anual del proceso de nuestro desarrollo, del cual el Estado da cuenta porque es su gestor y su responsable histórico.
Sería injusto emprender este comentario sin felicitar cordialmente al Comité Ejecutivo Nacional de nuestro partido y a su Instituto de Estudios Políticos, Económicos y Sociales por haber concebido y realizado la idea de difundir entre nuestros compañeros de todo el país el contenido del Informe del Primer Mandatario, fortaleciendo —con la trasmisión del pensamiento presidencial— los vínculos más profundos de nuestra organización política.
Dentro del partido, explicar y divulgar el ideario político del Presidente no constituye acto alguno de especulación intelectual, sino antes bien de confrontación y de identificación ideólogica. Quienes hemos sido honrados para el desempeño de esta tarea podemos declarar que hemos encontrado en el estudio cuidadoso del mensaje presidencial, un armonioso conjunto de tesis que interpretan por sí solas los actos del poder público y descubren las perspectivas de la comunidad nacional en este tramo de nuestra historia.
Me atrevo a calificar de ejemplares los actos efectuados con este mismo propósito en el interior de la República, porque han representado un espléndido esfuerzo de pedagogía social y porque han puesto en evidencia la capacidad de diálogo y la avidez de orientación revolucionaria de los sectores progresistas de México. Nuestros militantes han mostrado en estas jornadas su aptitud de participación política y el partido su carácter de organismo vivo, capaz de convertir la ideología en acción y de conducir políticamente las aspiraciones de las mayorías nacionales.

COMPAÑEROS:

Nada más ajeno a la rutina afirmar hoy que nos encontramos frente a uno de los textos de mayor significación para la vida política del país. Pocas veces como ahora se había visto un gobernante tan claramente decidido a señalar, por sobre las circunstancias del tiempo e incluso por sobre su propia obra, la situación general y las alternativas reales de la nación mexicana.
El jefe del Estado estimó sin duda que nos encontramos en un momento de nuestra evolución en que determinadas coyunturas —algunas previsibles y otras inesperadas— actuando simultáneamente colocan al gobernante frente a decisiones excepcionales que lo obligan a revisar la estrategia global de nuestro desarrollo, a meditar serenamente el marco histórico y la correlación de fuerzas internas y externas que informan nuestra realidad y a prever en consecuencia las eventualidades del porvenir.Si el gobernante expusiera únicamente frente a la opinión nacional el contenido y el resultado de sus actos, sin explicitar el conjunto de hechos y de consideraciones que lo llevaron a la toma de sus decisiones, haría de su obra un pragmatismo de tono menor o caería en la tentación carismática de quienes consideran justificados sus actos por el sólo hecho de haber emanado de una voluntad suprema. Razonar frente al pueblo, exponer problemas, plantear dudas y deducir certidumrbres: he ahí lo propio de la vida democrática.
El texto que hoy comentamos es; en su acepción más cabal, un documento ideológico. Lo es, no sólo porque se inspira en el propósito evidente de orientar políticamente a la ciudadanía y de impartir normas de acción a quienes militamos en este partido: lo es también intrínsecamente, porque establece una relación consecuente entre los principios, la realidad y los actos de gobierno. Lejos por igual del lugar común, de la retórica fácil o de la estimulante y encubridora utopía, que nada esclarecen y a nada conducen.
Difícilmente podrán apreciar la riqueza ideológica de este informe quienes admiten por comodidad que nuestro régimen político sustenta su doctrina en la sola reiteración de los principios generales que lo animan o en la exaltación ritual de las figuras históricas que los encarnan; menos aún quienes confunden la ideología con la fabricación de dilemas de laboratorio y con la traducción de esquemas políticos o culturales que son o fueron fruto de otros contextos y menos todavía quienes creen que los graves problemas del país encontrarán solución “automática” si se alienta a los detentadores de la riqueza a fin de que no se interrumpa el proceso de capitalización y aumente sin cesar el “tamaño” de nuestra economía.
El análisis de la realidad formulado por el Presidente en su mensaje nos aleja a la vez de la política de catecismo y componenda del desarrollismo mecánico y de las prédicas milenaristas. Condena desde luego a quienes por conformismo, por interés o por irresponsabilidad social han asumido una beata complacencia ante la imagen externa de nuestro progreso. “Acelerar el desarrollo —nos dice en un pasaje— pa tiempo”. En otros nos recuerda que todo lo que el obra del mero progreso, resultado del simple paso del tiempo”. En otros nos recuerda que todo lo que el pueblo mexicano ha hecho en el curso de su historia y todo lo que habrá de cumplir en el porvenir no le será dado sino merced a un esfuerzo tenaz y prolongado que haga posible la prosperidad y la reforma social.
En frase que sobrecoge por su franqueza y gravedad afirma: “Nuestro pueblo ha superado, en las condiciones más precarias y adversas, los mayores peligros que pueden amenazar a una nación.” Alude enseguida a los “sistemas de servidumbre y explotación” con que iniciamos nuestra vida como nación independiente, a las “amenazas” que hemos sufrido contra nuestra “integridad territorial, soberanía, subsistencia y patrimonio cultural” y a los “obstáculos, carencias y limitaciones”, determinadas por el reto de nuestra geografía a la que no duda en atribuirle los calificativos de “difícil”, “hostil”, “pobre”, “avara” y “despiadada”.

Sustrato Real de Inconformidades *
* Subtítulos de la Redacción.

A pesar de que la revolución ha generado la etapa de desarrollo más prolongada de nuestra historia, a pesar de que en muchos renglones —como en el agrario— nuestro régimen político ha logrado aliviar “males de siglos”, a nuestros problemas tradicionales, heredados de las “férreas estructuras del pasado” se han venido a sumar otros, inherentes a la etapa actual de nuestra evolución. A tal punto —y aquí la denuncia, sube de tono— que el resultado doloroso de antiguas y nuevas servidumbres es “una defectuosa distribución del ingreso nacional, que va desde la miseria hasta el exceso, y que da lugar a un irritante y ostentoso desperdicio, de cara a una secular pobreza.”
He ahí descrito, sin concesiones, el “sustrato real” de muchas inconformidades y de las preocupaciones más hondas del régimen político de la República y de la ciudadanía conciente del país, que “demandan políticas económicas y sociales más amplias” y que “sugieren profundas transformaciones en todos los órdenes de la vida nacional”. No nos encontramos, sin embargo, frente a ninguna encrucijada; esto es, frente a una incertidumbre que pusiera en duda la validez del camino proseguido hasta ahora y nos colocara frente a la angustia de rectificar el rumbo. No podemos tampoco alentar la esperanza de que con la “prédica de un voluntarismo aventurero”, impulsando al país por “entusiasmos intermitentes” o por “euforias momentáneas” será factible obtener, al mismo tiempo, la consolidación definitiva de nuestra soberanía, el progreso económico y la justicia social, sin detrimento de la democracia política.
Ninguna de estas metas pueden ser alcanzadas fuera del orden constitucional. Así lo estima nuestro pueblo, que rechaza la violencia y lo afirma el gobierno de México, al que le preocupa “resolver lo más a fondo posible nuestros problemas”. La aventura romántica “nos está vedada”, asegura enfáticamente el presidente Díaz Ordaz —y añade—, “nuestra responsabilidad nos prohibe actuar precipitadamente; el destino del país es lo que está en juego”, para finalmente advertir que la temeridad hace en ocasiones que los hombres o las corrientes políticas se coloquen, “sin darse cuenta, al servicio de causas que precisamente quieren combatir”.

COMPAÑEROS DE PARTIDO:

Durante más de 40 años nuestro instituto político ha venido cumpliendo celosamente una misión: asegurar la continuidad del proceso histórico iniciado por la Revolución Mexicana, fortalecer el régimen político con el apoyo mayoritario de la ciudadanía y hacer operar en la realidad los principios que inspiraron al movimiento armado de 1910 y a los constituyentes de 1917. La obra toda de nuestro partido se funda pues, en la convicción expresada, de manera categórica, en su Quinto Informe de Gobierno por el jefe del Poder Ejecutivo: “lo propio de una auténtica revolución es mantenerse siempre inconclusa”
Nuestro partido ha perdurado y ha acrecentado su poder porque ha triunfado en su propósito de conservar la legitimi-dad constitucional, la legitimidad histórica y la legitimidad popular de los gobiernos de la Revolución Mexicana.
La obra de dimensiones excepcionales llevada a cabo por los gobiernos de la República durante varios decenios ha venido a confirmar la razón que asistía a los constituyentes de 1917, cuando “una amarga experiencia histórica de injusticias y de frustraciones” los decidió a “adjudicar al Estado un papel primordial en la promoción del desarrollo nacional y en la solución de los problemas de nuestro tiempo”. Nuestro régimen político sabe por ello que para continuar realizando su misión habrá de seguir contando con el apoyo de las mayorías y “orientando sus actos en el mandato del pueblo”. Sólo así podrá conservar integramente su legitimidad y su capacidad de acción revolucionaria.
Acción revolucionaria, lo reitera el presidente Díaz Ordaz, significa hoy “arrancar a la gran masa nacional de su pobreza”. “Urgencia ante la que no podemos y no debemos responder con la simple consolidación de las estructuras económicas actuales”. Ya que la estabilidad por ellos alcanzada “si no se traduce en más pan para los humildes, en techo, en seguridad social y en oportunidades de formación para sus hijos, es logro totalmente secundario”.
“Estamos proyectando un modelo propio para nuestro futuro”, lo que quiere decir que las soluciones de ayer no son las de hoy ni deberán ser necesariamente las de mañana. El Jefe del Ejecutivo nos ofrece una imagen a la vez cíclica y orgánica de nuestro proceso revolucionario cuando afirma que las reformas efectuadas por nuestro movimiento social hicieron posible la estabilidad y el crecimiento, obteniendo así el consenso de las mayorías nacionales, pero que una vez logrados estos objetivos es indispensable, para cumplir nuestro propósito más alto —que es el bienestar del hombre— implantar nuevas y más profundas reformas. De esta manera, el constante mejoramiento económico, social y cultural del pueblo que nos manda la Constitución de la República se vuelve “condición real de progreso a la vez que propósito normativo de la justicia social”.

Las Ideas de los Mexicanos *
* Subtítulos de la Redacción.

A la luz de estos conceptos la herencia más preciada del régimen de gobierno del presidente Díaz Ordaz es la consolidación del marco de nuestro desarrollo por la afirmación de la soberanía interna y externa del Estado, por la continuidad de la política social y por la extensión sin precedentes de la obra nacional de infraestructura.
En todo el mundo existe la convicción de que los últimos movimientos de rebeldía y de protesta han dejado como secuela inmediata el aumento de poder de los enemigos del cambio social. Con la más estricta objetividad podemos afirmar que los conflictos sociales que tuvieron lugar en México y que llegaron a poner en peligro la paz pública no dejaron como saldo el más mínimo incremento de poder o de influencia en favor de quienes se oponen a la transformación acelerada y a la autonomía del país.
El Jefe del Estado mexicano ha puesto en este informe especial acento a los actos de su administración que atestiguan la posición soberana de México frente al exterior y que propician vías de desarrollo económico cada vez más independientes, Al mismo tiempo subrayó las decisiones que en materia agraria, laboral, económica y de comunicaciones dan testimonio del ejercicio consecuente de las atribuciones que la Constitución ha concedido al gobierno como representante de la voluntad nacional.
Díaz Ordaz dijo, reiteradamente, que ninguna presión obligaría al gobierno a “mediatizar la soberanía de la nación” y, podernos añadir con justicia, que no permitió tampoco que se deteriorara la autoridad que el Estado ejerce sobre los intereses particulares que componen la comunidad mexicana. Con esta intención ha dicho que “ningún grupo, ningún sector, ninguna clase tiene el derecho de imponerse a los demás. La voluntad mayoritaria del pueblo mexicano es la que decide”. En ejercicio de ese mandato, el Poder Ejecutivo tomó sus decisiones y la responsabilidad que asume, es —al mismo tiempo— la reafirmación de la soberanía externa del Estado y de la supremacía del poder público en el interior del país.
Las ideas políticas de los mexicanos de hoy a las que alude el presidente Díaz Ordaz se compendian en tres direcciones distintas: una la encarnan quienes suponen que “el mañana priva hoy” y piensan que la ruptura de nuestras instituciones jurídicas y políticas nos permitirá acceder a otro tipo de sociedad, que algunos han ya prefigurado y cuya imagen otros no aciertan a concretar. Otra tendencia está representada por quiénes baa obtenido mayor participación en el progreso y en los frutos del esfuerzo nacional. Estos grupos —que tal vez no excluyan a miembros del sector público carentes de vigor revolucionario— esperan que sea preservado el Poder Institucional de la República para continuar promoviendo un desarrollo que solo a largo plazo redundaría en beneficio de las mayorías. En este supuesto, inaceptable también para el Jefe del Ejecutivo, nuestro sistema político se tornaría en en una máscara de la injusticia y en cómplice de un régimen de servidumbre social y nacional.

Crecer y Prosperar Unidos *
* Subtítulos de la Redacción.

Nuestra meta, según la define el presidente Diaz Ordaz es “crecer y prosperar juntos” ya que “la riqueza producida debe ser compartida por todos”. Para lograrlo, las instituciones políticas mexicanas deben conservar el carácter que las justifica histórica y políticamente: ser instrumentos revolucionarios en acción permanente.
Entre estas instituciones guarda un papel preminente el Partido Revolucionario Institucional cuyos principios y programa de acción están ordenados precisamente según el pensamiento que hoy confirma, esclarece y afianza con actos el más distinguido de sus miembros: Gustavo Díaz Ordaz. La función electoral, —ha dicho el Presidente— es la prueba suprema de una democracia. Agregamos nosotros la prueba suprema de los partidos políticos reside en la congruencia ideológica, en la obra realizada y en la aptitud para gobernar de que hayan dado inequívoca prueba los hombres que ha propuesto para el ejercicio de los cargos públicos, frente a la soberanía nacional.
La obra de gobierno y los rumbos señalados al país por el Jefe del Ejecutivo Federal constituyen hoy el mejor respaldo y la argumentación más concluyente que nuestro partido pueda ofrecer a la ciudadanía en favor de su causa.
El Estado mexicano invita a todos los jóvenes a participar activamente en las cuestiones públicas sin que se vulnere el orden constitucional, a fin de que se afirme la democracia junto con el progreso y la justicia. La colaboración entusiasta de las mayorías nacionales, que no es la aceptación pasiva de las estructuras, son en México el verdadero fundamento de las instituciones de la República. Acrecentar esta participación significa además optimizar la capacidad de acción del Estado revolucionario mexicano.
Por esta razón, el partido ha llamado a todos nuestros compatriotas, por la voz del presidente de su Comité Ejecutivo Nacional, Alfonso Martínez Domínguez a fortalecer la alianza de las fuerzas mayoritarias de la Nación a fin de continuar impulsando “la transformación progresista de la sociedad mexicana”.
Entendamos en todo su alcance esta frase del primer Mandatario, que encierra una advocación: “Los revolucionarios de México no podemos ver con temor a quienes desean ser revolucionarios” y digamos a quienes son patrióticamente inconformes y en particular a la nueva generación que nuestro partido no ha tendido ni tenderá jamás emboscadas políticas a los hombres de convicción ni a los sectores ideológicamente más avanzados de nuestro país. Encontrarán siempre la solidaridad de quienes sabemos que las puertas del progreso social no están cerradas, pero que sólo se abren por medio de la unidad y de la acción responsable.

Compañeros:

Como miembro de este partido y como mexicano que confía honestamente en el destino de la nueva generación, nada me ha conmovido mas hondamente en el texto del V Informe que el valor moral y la lucidez histórica con que el Presidente de México reitera su confianza en la “limpieza de ánimo y en la pasión de justicia de los jóvenes mexicanos”.
Nuestra Revolución Nacional es obra de sucesivas generaciones y el mexicano de hoy tiene una fé ilimitada en las posibilidades de realización de sus hijos en cuya presencia ve ya el fruto de esfuerzos y sacrificios seculares. No se trata de la prolongación de un egoísmo, ni siquiera de una esperanza de realización transpersonal, porque admira su aptitud para la novedad y entiende que mejores condiciones de formación y de maduración, los llevarán tal vez a edificar un mundo diferente del nuestro. Por eso nos dolemos ante la espectativa de que nuestros jóvenes naufraguen en la desilusión o frustren sus empeños por no poder o no querer descifrar las estructuras de la civilización que están llamados a transformar.
Nunca como ahora la educación ha sido una dimensión de la política. El porvenir que ambicionamos depende en gran medida de las fórmulas que encontramos conjuntamente, las dos generaciones, para preservar la continuidad esencial de nuestra historia y para afirmar un México nuevo fundados en la realidad y en la imaginación creadora. Esta es, la última lección que recojo de un informe ejemplar.

martes, 22 de septiembre de 2009

patido pirata

en las próximas elecciones en Alemania el Partido Pirata probablemente obtenga más del 3 % de la votación total.

¿que se sabe de esta novedosísima propuesta aún incipiente pero que se está regando como pólvora por todo el mundo ?



http://es.wikipedia.org/wiki/Partido_Pirata_Internacional

a 70 años de los hechos más obscuros

http://molotov-ribbentrop.blogspot.com/

sábado, 19 de septiembre de 2009

'Provoca crisis implosión social' , Roger Bartra

El escritor Roger Bartra regresó a México luego de una estancia en Inglaterra.
Foto: Archivo


Cunden desencanto y despolitización ante falta de opciones, señala escritor

Daniela Rea


Ciudad de México (19 septiembre 2009).- Hace unos días el escritor Roger Bartra regresó a México después de pasar un año en Londres. Al aterrizar encontró un País más preocupado por los efectos sociales de la crisis económica que por la crisis misma.

Mientras políticos, religiosos y empresarios que auguran un estallido social, el sociólogo y antropólogo considera que está ocurriendo lo contrario: una implosión social, seres cada vez más ensimismados en sus propios problemas y arañando la sobrevivencia, una explosión hacia ellos mismos cargada de fracaso y desesperanza.

Lo grave, advierte en entrevista, es que no se sabe cómo o dónde saldrá ese resentimiento social acumulado en las personas.

Luego de leer diarios, hablar con amigos, ver a uno de sus hijos desempleado por la crisis y a una de sus hijas con dificultades para colocarse en algún empleo, Bartra encuentra una certeza: el mundo se debe ir acostumbrando a vivir la llamada "modernidad líquida", que se caracteriza por ser inasible y por la ausencia de caminos.

Dependerá de la sociedad, apunta, cómo se canalicen los efectos de la crisis.

- ¿Cómo percibe la crisis en México?

Lo que he observado es que la gente está preocupada por las consecuencias sociales de la crisis, no tanto por la crisis misma. La violencia, los robos, el temor al estallido social, son los fantasmas que recorren al país.

-¿Coincide con esos temores? Hemos visto aumento de robos...

Se han visto y están ligados a la supervivencia, pero creo que predomina esta lucha por la supervivencia a una lucha de carácter social encaminada a provocar un estallido.

Hay políticos que desearían que aquí hubiese brotes como los que hubo en Argentina con los piqueteros, o como los ocurridos en Ecuador o Bolivia. Son políticos que tienen visiones tenebrosas y apocalípticas de la realidad, que usan como un recurso crítico, un poco superficial, como si se pudiera encontrar culpables de la crisis. Pero no han sucedido los brotes. No los descartaría, pero no me parecen demasiado probables, no están en las tradiciones de la política mexicana. Cuando hay una gran tensión, se da luego una contracción de la gente, hasta de los políticos.

Sí se percibe una gran tensión social, una gran inquietud, un gran desencanto, una desesperanza, pero me parece que lo que está ocurriendo más que un estallido social es una implosión social, que es peligrosa, maligna, malsana, pero no genera las condiciones de estallido social, sino una rabia contenida, un estallido al revés.

Las crisis económicas generan despolitización, desmovilización. La gente está muy ocupada resolviendo sus problemas, preocupada por la supervivencia. En ese sentido se acentúa cierta marginalidad política, de importamadrismo, la prioridad es la supervivencia, evitar la catástrofe, la miseria, encontrar empleo, conseguir dinero, salir de la pobreza.

Creo que eso puede generar en los próximos años una fuerte despolitización y lo estamos viendo aquí, lo hemos visto en otras partes de América Latina. En la sociedad cunde el desencanto, un desprecio por la democracia, por los partidos políticos, por las instituciones políticas.

- ¿Ocurrió así con la crisis de 1995?

Sí, una de las consecuencias fue la desmovilización y un retraso en la transición democrática que, siendo optimistas, es de 20 años.

- ¿Qué podría pasar con todo ese resentimiento social acumulado?

Se acumulan rencores, rencores muy fuertes. Es difícil prever de qué manera van a estallar y los rencores cuando estallan toman chivos expiatorios y esos pueden ser los políticos.

Es difícil prever hacia dónde se dirigirán esos rencores. Los políticos ya están en la sucesión presidencial y eso va a ser un espectáculo que posiblemente será degradable y que deje a su vez más rencores.

- ¿Cómo sacarle partido a este resentimiento?

Creo que esa amargura se puede transformar en el reconocimiento de que es necesario cambiar, impulsar las reformas para lograr el tránsito a una cultura moderna, postmoderna; que esa amargura sea un motor para el desarrollo económico, como ha ocurrido en India y Brasil; que sea una cultura alternativa capaz de reconocer que es necesario un desarrollo económico y no estar en una actitud contraria todo el tiempo, anticapitalista, antipartidos, antitodo. No da buenos resultados, es necesario realmente construir alternativas, fomentar el desarrollo de una cultura moderna.

- ¿Que enseñanza le dejó a usted la crisis económica?

Que el capitalismo tal como lo conocemos no es un sistema estancado, sino que está cambiando, aunque no sabemos cómo. (Mis hijos) han reconocido que van a tener que vivir en una modernidad líquida, en la precariedad del empleo. No es como hace 20 años, cuando buscar un empleo implicaba hacer una carrera, estabilizarse hasta la jubilación. Eso se acabó. Todo fluye y el trabajo se caracteriza por su inestabilidad, por su dispersión y hay que adaptarse a este futuro.

- Cambios en percepción de la vida...

La misma noción de hacer carrera en un oficio, una rama de la producción, se va diluyendo. Entonces no hay la idea de carrera en el sentido de que se va por un camino que puede ser sinuoso, con disyuntivas, pero es un camino a fin de cuentas. Ahora se tiene la impresión que no hay camino, las mareas van para un lado, uno para otro lado y no se acumula experiencia.

martes, 7 de julio de 2009

domingo, 5 de julio de 2009

sábado, 4 de julio de 2009

el sentido antipolitico y el autoritarismo

Una de las críticas más frecuentes al llamado movimiento anulista, es que expresa un sentimiento antipolítico precursor del autoritarismo.
Falso.
Justo ayer en varias editoriales de La Jornada, (Hernández, Boltvinik , Garrido) llaman a votar casi suplicando por el PT y Convergencia para así apoyar al López Obrador a quien todavía llaman presidente legítimo.

Y es que uno de los rasgos de esta elección es un sentimiento generalizado de apatía a la clase política del país no obstante los 24 millones de spots llamando a votar por los candidatos de los partidos.
En medio de una profunda crisis económica, - la más severa desde 1931- , y después del conflicto poselectora del 2006, no era raro que surgieran opciones populistas, esas sí Pro Políticas, siempre listas para aprovechar la desgracia ajena y Sí presentes en la boleta electoral.
Pero tenemos buenas noticias:
Este sentimiento antipolítico general, ha contribuído a exhibir esta opciones, como algo casi ridículo; Sus peroratas, exageraciones y diagnósticos y soluciones sin fundamento, han generado poquísimo entusiasmo, implícitamente reconocidos en los artículos señalados.

Y es que detrás de este sentimiento antipolítico es clara la convicción de que antes que los caudillos mandamos los ciudadanos, quienes exigimos resultados a nuestros gobertantes y no rollos ideológicos, a quienes no nos gusta que nos manipulen, acarreen y decidan por nosotros.

El movimiento anulista es en este sentido un freno al autoritarismo y es en realidad precursor de una mejor democracia

viernes, 3 de julio de 2009

Lorenzo Meyer ¿ anulista ?

En el editorial del Reforma del jueves 2 de julio, Lorenzo Meyer, intenta darle al voto anulado un significado muy forzado que en mi opinión no tiene.
No le queremos hacer al antropológo para buscar el significado de anular, pero creo que el propio hecho de sacar la credencial, ubicar la casilla y hacer la cola en domingo, habla de cierta confianza en nuestro sistema democrático.

Pero el hecho de al final de la historia, ya solos dentro de la casilla, decidamos anular deliberadamente, significa que las opciones que se nos presentan no nos gustan;
es un rechazo a las reglas que nos impusieron de común acuerdo todos los partidos.

Esto incluye también al movimiento de López Obrador, que este investigador ha apoyado.
Recordar que el PT, Convergencia y PRD son partidos subsididados que Sí, aparecen en la boleta.

Quien coincida con su proyecto, tiene todo el derecho de votar por ellos.

Nosotros NO.


que no todos los partidos son iguales

comentócratas de prestigio han dicho que en realidad sí existen difencias entre los partidos políticos

totalmente cierto...

unos son malos, y otros
peores

domingo, 28 de junio de 2009

sobre el riesgo de la antipolítica de Krauze

No entiendo la actitud repetida de varios santones de la democracia que sermonean desde alguna pretendida superioridad al movimiento anulista como si fueramos infantes inmaduros y mal informados

Contesto en rojo a las razones que expone en contra de nuestra voluntad de anular.

El riesgo de la antipolítica

Enrique Krauze
28 Jun. 09

Todas las iniciativas cívicas son respetables pero algunas son más respetables que otras. La idea del voto en blanco pertenece a esa segunda categoría. Aunque comprensible por el pobre desempeño de muchos actores individuales y colectivos de nuestra "clase política", el acto, en el fondo, participa de la misma mentalidad dependiente que imperaba en el pasado: antes se esperaba que el Presidente de la República lo hiciera todo; ahora se espera lo mismo de los legisladores, los partidos, los gobernadores y los políticos en general. Nosotros los ciudadanos somos meras víctimas, sólo estamos -en el mejor de los casos- para protestar, y la mejor protesta es una huelga de votos caídos, un gandhismo instantáneo, happening mediático, un acto que dura un minuto y, mágicamente, transforma al país. No es así. La propuesta es desaconsejable, por varias razones:

1) Distorsiona, confunde, devalúa el sentido del voto, ante una mayoría de ciudadanos que lleva poco tiempo de ejercerlo. En la cuenta larga de la historia, han pasado apenas unos minutos desde el nacimiento de nuestra democracia, aunque en realidad hayan pasado poco más de diez años. "México transitó -dice Vargas Llosa- de la dictadura perfecta a la democracia imperfecta". La frase reconoce un progreso que nosotros no valoramos. Todas las democracias son tensas, conflictivas e insatisfactorias. El votante debe aprender a mejorar la democracia, pero la manera de hacerlo es ejerciendo el voto cada vez con mayor inteligencia e información, no denegándolo.


¿Que no ha visto Krauze la basura electoral que atasca las calles y todos los medios de comunicación pagado con nuestro dinero?
Está más claro quien ha devaluado y pervertido la democracia

Ahora resulta que quienes protestamos por ello somos los culpables.



2) Da a entender que no hay opciones políticas. Más allá de los magros resultados de los partidos, sólo el EPR y los abogados de la anulación del voto parecen creer que en México todas las propuestas políticas y todos sus representantes son iguales e igualmente deficientes.

Las diferencias de fondo entre los partidos son mínimas .
Sus declaraciones de principios están llenas de generalidades y lugares comunes. Hablan de deseos pero n0 del cómo. Cuando llegan al poder, y salvo contadas excepciones, actúan en base a intereses ajenos a sus representados quienes con la legislación actual no contactamos con las vías legales para exigirles cuentas.

3) Generaliza la naturaleza de la elección. "Para los anulistas -escribe el politólogo Inocencio Reyes Ruiz- no hay la mínima consideración a la diversidad de regiones, estados, municipios y comunidades. Para ellos la elección del próximo 5 de julio es singular, única e indivisible. Es cierto que la renovación de la cámara de diputados es de indudable trascendencia para la vida pública del país, pero no es la única; y para millones de votantes no es la más importante. El 5 de julio hay varias elecciones y muchas votaciones: seis gobernadores, 11 congresos locales, centenas de alcaldes, millares de regidores. Hay municipios gobernados tan atrozmente que la anulación del voto sería la ratificación del poder caciquil. Lo mismo se puede decir de los gobernadores: hay estados donde los ciudadanos, hartos de la arbitrariedad y la corrupción, quieren votar para derrocar al partido postulante. Hay comunidades enteras, en fin, en que votar es asegurar la continuidad de buenos gobiernos".

Nadie obliga, ni contamos con los inmensos recursos públicos para coaccionar como hacen lo partidos.

En los casos que existan buenos candidatos o el voto útil sea relevante, pues votar por un candidato sin duda

4) Alienta la antipolítica. Para un curso rápido sobre los estragos de la antipolítica es bueno acercarse al caso venezolano. En los años noventa, el repudio radical e indiscriminado de los partidos por parte de un sector influyente de la sociedad venezolana (en particular de los intelectuales y las figuras mediáticas) provocó la emergencia natural del caudillo que llegó al poder para limpiar esa "miasma", "para salvar al país" y... para quedarse con él a perpetuidad. En las elecciones parlamentarias de Venezuela en 2005, la oposición optó por no competir, lo cual dio un cheque en blanco al régimen chavista. Si un caudillo llega al poder en México, llegará para quedarse. Los votos en blanco o en negro le tendrán sin cuidado.

Para " otro curso rápido", (ver Hanna Arent) debería saber que los autoritarismos necesitan de la exacerbación de la política para llegar y mantenerse en el poder; ideología, fuerza estatal, liderazgo, consignas, banderas, formaciones etc. son su alimento.

el sentimiento antipolitico es un signo de una particpiación civil madura y es típica en democrias avanzadas.

5) Desalienta la participación ciudadana. Una consecuencia natural de la antipolítica -por esencia negativa, reactiva, pasiva- es la desmovilización. Y esto es lo más grave porque el país sufre un déficit inmenso de participación cívica. Esta participación no puede residir sólo en el acto de votar por un partido o anular, en su caso, un voto. Necesitamos vigilar permanentemente a los partidos y a los representantes populares, como ocurre en cualquier democracia madura. Y necesitamos mucho más: la verdadera participación cívica no es instantánea: es prolongada, constante, fragmentaria, silenciosa, difícil y anónima. Se ejerce de abajo a arriba: en la manzana, la delegación, el municipio, el estado, el país.Octavio Paz dijo que México se ha visto siempre bajo la imagen histórico-mítica de una pirámide. Desde hace apenas dos décadas trabajamos para desmontar pacíficamente, piedra por piedra, esa pirámide, para construir una plaza pública libre y abierta. El proceso no llevará siglos pero sí años, quizá largos años. Su instrumento específico es el voto, esa sencilla pero imprescindible expresión de la conciencia individual en una democracia. No es aconsejable pervertirlo.

Sólo le puedo contestar creo que simplemente no conoce la legislación electoral vigente en su país. Ahí puede comprobar quien inhibe la participación democrática.
Controla, castiga, prohibe y afianza el monopolio de los partidos.

En realidad el moviemiento anulista o por el voto independiente, llama a participar en la elección de una forma legal y sobre legítima.

Es un movimiento activo, decentralizado y espontáneo mantenido con recurso propios.
Es posiblemente la vanguardia del democracia en México

jueves, 25 de junio de 2009

23 razones para votar ?

para José Woldenberg:

Me parece un error confundir abstención con anulación activa y voto con democracia.

Es cierto que a la abstención no tiene lecturas claras, pero la anulación activa, es este contexto sí las que las tiene. Significa hartazgo con nuestra clase política, (incluso con quienes votan por el Hombre Araña. Los errores se sabe bien son el 2.5% no el 10%).

Puede haber propuestas donde no exista consenso entre los anulistas, pero es sorprendente la similitud de ideas en la mayor parte de las decenas de grupos, y sorprende porque son casi todos son espontáneos y nadie los coordina;
Empecemos solo por la disminucion radical de dinero publico a los partidos, candidataturas independientes, referéndum etc. que en la agenda de estos grupos aparecen recurrentemente.

Afirma que "el voto" , así solo, ha traído avances. Falso.
En una buena parte de los regímenes autoritarios también ha existido votación, incluso en muchos casos, los dictadores han llegado al poder mediante el voto.
El voto requiere un marco institucional sólido, abierto y libre que conjuntamente genera la democracia.
La democracia no existe sin votos, pero los votos solos no aseguran nada.

Ese es el problema.
El marco electoral actual que nos impusieron los partidos no favorece el avance que menciona.
Quieren que participemos y han gastado nuestro dinero escandalosamente para motivarnos. Casi 1 spot por votante recursos publicos a raudales y nos convirtienron en la democracia más cara del mundo en un país con 35 millones de pobres, en una campaña masiva sin parangón en la historia, cosa que parece no preocuparle.

Por eso protestamos.
justamente porque sí creemos en la democracia muchos, no les haremos caso, no seremos comparsas de una farsa y anularemos nuestro voto.

SV










anexo

23 razones para votar
José Woldenberg25




Jun. 09



Porque:

1. Los votos construirán gobiernos estatales, ayuntamientos, congresos locales, jefaturas delegaciones, asamblea legislativa y Cámara de Diputados.2. Los votos cuentan.3. Cuentan desde hace muy poco.4. Existen diferentes opciones.5. Es una falacia que todos sean lo mismo.6. Resulta una elaboración intelectual insostenible que los políticos y los partidos no puedan diferenciarse.7. La derivación política de esa construcción intelectual recuerda a los discursos antipolíticos elementales y reduccionistas: una "clase política cerrada, amafiada, incapaz" contra un pueblo "noble, incorruptible, virtuoso".8. La abstención no cuenta.9. La abstención también puede ser leída como consenso pasivo.10. La abstención se alimenta de muy diferentes humores públicos: la resignación y la distancia, la crítica, la inercia y el desprecio a la política en bloque.11. El voto nulo -no la abstención- tendrá también diferentes nutrientes: los errores, las gracejadas (votar por El Hombre Araña, por ejemplo) y la crítica indiferenciada al mundo de la política y los partidos.12. El voto nulo en sí mismo no expresará más que hartazgo, desencanto, malestar.13. Cada uno de los que está llamando al voto nulo al enunciar sus razones entra en contradicción con otros que también dejarán su voto en blanco. Ejemplos: los que llaman a anular el voto porque están en desacuerdo con la reforma de 2007 contra los que no quieren que los tiempos de radio y televisión vuelvan a ser comercializados; los que desean la posibilidad de reelección inmediata de los legisladores contra los que se expresan contra "la partidocracia"; los que demandan acabar con los diputados plurinominales y los que quieren que las minorías tengan representación. Votarán en blanco los que añoran el viejo verticalismo y los que ambicionan más y mejor democracia.14. Los padres y madres del voto nulo tienen solo en común eso: malestar.15. Votar es la punta de un iceberg civilizatorio que supone la existencia de corrientes político-ideológicas organizadas (partidos), que expresan la diversidad existente en la sociedad, que han encontrado un método participativo y pacífico para nombrar gobiernos y órganos legislativos, lo cual coadyuva a la coexistencia de la pluralidad.16. El mundo de la representación plural lo forjó la gente votando. En 20 años, a través del voto, el universo institucional cambió de manera radical. De un espacio ocupado (prácticamente) por una sola fuerza a un espacio habitado por la diversidad. (Datos: 1988, todos los gobernadores, todos los senadores y el 82 por ciento de los diputados eran del PRI; hoy tenemos gobernadores de tres partidos y en el Senado y la Cámara de Diputados ninguno tiene mayoría absoluta de escaños. Y eso lo realizaron los ciudadanos votando).17. El voto ha sido un instrumento inmejorable para ampliar el ejercicio de las libertades.18. Si algunos de los que llaman a anular el voto quieren participar en el espacio de la representación política tendrán, más temprano que tarde, que organizar su propia opción, y en ese momento aparecerá un nuevo partido (Ni modo, son inescapables).19. El voto nulo tiene además un tufo de desprecio hacia una institución central de la República: la Cámara de Diputados. Porque me pregunto: ¿cuántos de los que llaman a anular el voto lo harían si lo que estuviera en juego fuera la Presidencia de la República?20. Hay que crearles un contexto de exigencia a políticos, partidos, congresos y gobiernos. Pero no es abandonando la plaza y dejando que otros decidan la mejor opción.21. Los preocupados por la vida política del país están obligados a generar diagnósticos y propuestas de reformas, fórmulas de organización, agendas que graviten sobre la toma de decisiones, mecanismos de rendición de cuentas, en una palabra, una trama civil que eleve la presencia de las organizaciones y las propuestas que emergen desde la sociedad. Y ello no está ligado, necesariamente, al voto nulo.22. Los propios partidos, por necesidad o por virtud, han incorporado a sus listas a ciudadanos no afiliados a ellos (ejemplos: Guadalupe Loaeza -PRD-, Gastón Luken -PAN-, Alejandro Gertz Manero -Convergencia- Jaime Cárdenas -PT-, Miguel Galván -PSD-).23. Porque "todo lo que es también puede no ser" (Milan Kundera, Un encuentro, Tusquets, México, 2009, P. 100). Y espero que un día no nos encontremos sin partidos, elecciones, Congreso plural, división de poderes y súmele usted.Ahora bien, quiere usted abstenerse o anular su voto, hágalo. Está en su derecho. Piense, sin embargo, en los que ya asumen su representación.

sábado, 20 de junio de 2009

México SOS "Mi voto por tu compromiso" ambiguo y general

México SOS:

Estoy de acuerdo en que es necesario presionar a nuestros gobernates para que cumplan su función

Pero francamente los compromisos que buscan en su programa "Mi voto por tu compromiso", me parecen demasiado ambigüos y generales; una vez que los firma un candidato qué significa cumplirlos?
cómo medirlo ?

Creo que la mejor forma de presión real es anular el voto o votar por candidatos independientes.

Me parece que deberían haber sido más respetuosos y abiertos con quienes optamos por esta opción legítima y hasta legal.


Sergio V

lunes, 15 de junio de 2009

Anular es votar ,Denise Dresser

Anular es votar. Es participar. Es ir a la urna y depositar una boleta para expresar el descontento con un sistema democrático mal armado, que funciona muy bien para los partidos pero muy mal para los ciudadanos. Hemos construido una democracia parcial en la cual existe la capacidad de votar pero no de sancionar. Es como si usted -lector o lectora- contratara a un empleado, le pagara el sueldo durante los próximos tres años, y no pudiera despedirlo o castigarlo si su desempeño es malo, o atenta contra el bienestar de la empresa. Eso es, en efecto, lo que hemos venido haciendo: votando por personas a las cuales nunca volvemos a ver, cuyo comportamiento en el Congreso desconocemos, cuyo incentivo para representarnos es nulo porque al final de su periodo saltarán a otro puesto. Porque no hay reelección pero sí hay trampolín; porque nos han otorgado la capacidad para llevar a alguien al poder, pero no contamos con instrumentos para asegurar que lo ejerza en nuestro nombre. La anulación no busca acabar con la democracia sino aumentar su calidad y su representatividad. La anulación no intenta dinamitar el sistema de partidos sino mejorar su funcionamiento.Anular es votar. Es contribuir. Es ir a la urna y votar por "Esperanza Marchita" o por cualquier candidato independiente, usando el único instrumento con el cual contamos. El único mecanismo -imperfecto, difuso, chato- que nuestra democracia trunca ofrece hoy en día. Porque llevamos años pidiendo que los partidos democraticen el sistema, sin que lo hayan hecho. Porque llevamos años exigiendo que combatan la corrupción, sin que hayan mostrado la menor disposición a ello. Porque llevamos periodo legislativo tras periodo legislativo de bancadas que congelan iniciativas prometidas durante la campaña y archivadas cuando llegan al poder. Porque queremos ayudar desde afuera a los que están intentando reformar desde adentro; a aquellos que enfrentan cotidianamente la resistencia de partidos autistas que defienden intereses enquistados.Y esa inercia no se puede combatir -ya lo hemos visto- con lo que algunos proponen como solución. No basta con formar otro partido, si acaba corrompiéndose para sobrevivir. No basta con cabildear a los legisladores, si su futuro no depende de escuchar a los ciudadanos sino de disciplinarse ante su líder parlamentario o algún poder fáctico. No basta con organizar otro foro -como los tantos que hubo en torno a la reforma del Estado- para fomentar la discusión si ese foro va a terminar siendo ignorado. El problema fundamental del sistema político es la ausencia de mecanismos que le den a la ciudadanía peso y voz. Los incentivos del sistema político están mal alineados: los legisladores no necesitan escuchar a la ciudadanía ni atender sus reclamos, porque la longevidad política no depende del buen desempeño en el puesto. Entonces, la anulación no busca destruir el andamiaje institucional sino centrar la atención en sus imperfecciones y en lo que falta por hacer y mejorar.Anular es votar. Es tratar de componer lo que está descompuesto. Es usar esta oportunidad para cambiar un sistema que privilegia la rotación partidista por encima de la representación ciudadana. Es usar esta oportunidad para rediseñar las reglas y no sólo votar para darle un par de curules más al PRD o al PAN. La anulación no entraña dejar en manos de otros la decisión, sino crear las condiciones para que los ciudadanos verdaderamente cuenten. La anulación no entraña fortalecer el "voto duro", sino crear condiciones para que se vea reemplazado por el voto ciudadano. Para que el acarreo corporativo vaya perdiendo peso conforme aumente la participación de personas que creen en las instituciones en vez de desconfiar de ellas. Para que en lugar de cortejar a Elba Esther Gordillo o a Valdemar Gutiérrez, los partidos se vean obligados a cortejar a personas como usted.Anular es votar. Es contribuir. Es diagnosticar problemas con la intención de proponer soluciones. Es apelar a los partidos para que comprendan la crisis de representación que han creado y busquen maneras de afrontarla. Y aunque el movimiento impulsado entre tantos mexicanos reúne diversos reclamos, parece haber consenso en torno a algunos ejes. La necesidad de darle a los ciudadanos una forma de castigar o premiar a sus representantes. El imperativo de las candidaturas ciudadanas independientes. La reducción del financiamiento público a los partidos. La posibilidad de incorporar figuras de participación directa como el plebiscito y el referéndum. La propuesta de atar el voto nulo a la cantidad de recursos que se destina a los partidos.Todo ello con la intención de fortalecer la democracia y asegurar su representatividad. Todo ello con la intención de empujar a los partidos a enarbolar reformas que tanto resisten. Porque como decía Barack Obama a lo largo de su campaña presidencial: "el poder nunca concede por su propia cuenta". Y la anulación del voto es una forma de obligar a que lo haga en nuestro nombre

domingo, 7 de junio de 2009

nuevas frases antianulistas

- Andrés Manuel López Obrador pidió no anular el voto en los comicios del 5 de julio pues esto ayudaría a la introducción de reformas que beneficien a los más poderosos.

-Luis Maldonado, presidente de Convergencia, advirtió que al anular el voto se beneficiaría a los partidos mayoritarios

-Jesús Ortega, presidente nacional del PRD, afirmó en Puebla que la promoción del voto nulo es una acción demagógica, peligrosa y perversa

- Diódoro Carrasco, diputado del PAN, afirmó que el ejercicio del voto nulo implica la renuncia a un derecho constitucional por parte de los ciudadanos.

miércoles, 3 de junio de 2009

intelectuales de prestigio, llamando a la madurez

"anular el voto es una actitud infantil. Solo favorece el voto duro de los partidos"
Jesús Silva Herzong M, en la mesa de W Radio con Carlos Puig


lo que pasa es que todos los partidos tienen ya su voto duro y corporativo;
y ultimadamadremente.
nos tiene sin cuidado quien gane;

todos son iguales

al final de su destacada participacion, este maduro opinador dijo sin pena, que votaría por el PRI (!)

ahora la Iglesia también anti anulista

"El llamado de parte nuestra es a suspeder la campaña, no le hace bien a México"

Gustavo Rodríguez Vega, Presidente de la Comisión Episcopal para la Pastoral Social


Ojalá nos pase como con la Película de Padre Amaro; Algunos curas "hicieron el llamado "a que no la viéramos, y la convirtieron en la más taquillera.

así que sigan sermoneándonos porfavor

del Peje, (el legi timo, confundido) otra joyita

"Anular el voto es hacerle el juego a la derecha ",
AMLO , en entrevista con Carlos Puig, WFM

no se confunda legítimo presidente:

LA DERECHA ERES TÚ

una pinta en un pared del DF:

derrotamos al fascismo en el 1945

al comunismo en 1989

sacamos al PRI en el 2000.

Este, qué nos dura ?

una joyita de Germán, (el Lider)

Una vez que los partidos nos vayamos, ¿qué sigue? ¿Ya pensaron a qué dictador quieren los abstencionistas? ¿Acaso son ellos los que aventaban incienso a López Obrador y ahora piden anular el voto? Germán Martínez. Presidente del PAN


o sea que nosotros favorecemos dictadores.
y apoyamos a AMLO.

favorecemos la caída de la partidocracia
PUNTO

sábado, 21 de febrero de 2009

para todos los mexican@s que creemos en la democracia, pero estamos cansados de la clase política de nuestro país