sábado, 19 de septiembre de 2009

'Provoca crisis implosión social' , Roger Bartra

El escritor Roger Bartra regresó a México luego de una estancia en Inglaterra.
Foto: Archivo


Cunden desencanto y despolitización ante falta de opciones, señala escritor

Daniela Rea


Ciudad de México (19 septiembre 2009).- Hace unos días el escritor Roger Bartra regresó a México después de pasar un año en Londres. Al aterrizar encontró un País más preocupado por los efectos sociales de la crisis económica que por la crisis misma.

Mientras políticos, religiosos y empresarios que auguran un estallido social, el sociólogo y antropólogo considera que está ocurriendo lo contrario: una implosión social, seres cada vez más ensimismados en sus propios problemas y arañando la sobrevivencia, una explosión hacia ellos mismos cargada de fracaso y desesperanza.

Lo grave, advierte en entrevista, es que no se sabe cómo o dónde saldrá ese resentimiento social acumulado en las personas.

Luego de leer diarios, hablar con amigos, ver a uno de sus hijos desempleado por la crisis y a una de sus hijas con dificultades para colocarse en algún empleo, Bartra encuentra una certeza: el mundo se debe ir acostumbrando a vivir la llamada "modernidad líquida", que se caracteriza por ser inasible y por la ausencia de caminos.

Dependerá de la sociedad, apunta, cómo se canalicen los efectos de la crisis.

- ¿Cómo percibe la crisis en México?

Lo que he observado es que la gente está preocupada por las consecuencias sociales de la crisis, no tanto por la crisis misma. La violencia, los robos, el temor al estallido social, son los fantasmas que recorren al país.

-¿Coincide con esos temores? Hemos visto aumento de robos...

Se han visto y están ligados a la supervivencia, pero creo que predomina esta lucha por la supervivencia a una lucha de carácter social encaminada a provocar un estallido.

Hay políticos que desearían que aquí hubiese brotes como los que hubo en Argentina con los piqueteros, o como los ocurridos en Ecuador o Bolivia. Son políticos que tienen visiones tenebrosas y apocalípticas de la realidad, que usan como un recurso crítico, un poco superficial, como si se pudiera encontrar culpables de la crisis. Pero no han sucedido los brotes. No los descartaría, pero no me parecen demasiado probables, no están en las tradiciones de la política mexicana. Cuando hay una gran tensión, se da luego una contracción de la gente, hasta de los políticos.

Sí se percibe una gran tensión social, una gran inquietud, un gran desencanto, una desesperanza, pero me parece que lo que está ocurriendo más que un estallido social es una implosión social, que es peligrosa, maligna, malsana, pero no genera las condiciones de estallido social, sino una rabia contenida, un estallido al revés.

Las crisis económicas generan despolitización, desmovilización. La gente está muy ocupada resolviendo sus problemas, preocupada por la supervivencia. En ese sentido se acentúa cierta marginalidad política, de importamadrismo, la prioridad es la supervivencia, evitar la catástrofe, la miseria, encontrar empleo, conseguir dinero, salir de la pobreza.

Creo que eso puede generar en los próximos años una fuerte despolitización y lo estamos viendo aquí, lo hemos visto en otras partes de América Latina. En la sociedad cunde el desencanto, un desprecio por la democracia, por los partidos políticos, por las instituciones políticas.

- ¿Ocurrió así con la crisis de 1995?

Sí, una de las consecuencias fue la desmovilización y un retraso en la transición democrática que, siendo optimistas, es de 20 años.

- ¿Qué podría pasar con todo ese resentimiento social acumulado?

Se acumulan rencores, rencores muy fuertes. Es difícil prever de qué manera van a estallar y los rencores cuando estallan toman chivos expiatorios y esos pueden ser los políticos.

Es difícil prever hacia dónde se dirigirán esos rencores. Los políticos ya están en la sucesión presidencial y eso va a ser un espectáculo que posiblemente será degradable y que deje a su vez más rencores.

- ¿Cómo sacarle partido a este resentimiento?

Creo que esa amargura se puede transformar en el reconocimiento de que es necesario cambiar, impulsar las reformas para lograr el tránsito a una cultura moderna, postmoderna; que esa amargura sea un motor para el desarrollo económico, como ha ocurrido en India y Brasil; que sea una cultura alternativa capaz de reconocer que es necesario un desarrollo económico y no estar en una actitud contraria todo el tiempo, anticapitalista, antipartidos, antitodo. No da buenos resultados, es necesario realmente construir alternativas, fomentar el desarrollo de una cultura moderna.

- ¿Que enseñanza le dejó a usted la crisis económica?

Que el capitalismo tal como lo conocemos no es un sistema estancado, sino que está cambiando, aunque no sabemos cómo. (Mis hijos) han reconocido que van a tener que vivir en una modernidad líquida, en la precariedad del empleo. No es como hace 20 años, cuando buscar un empleo implicaba hacer una carrera, estabilizarse hasta la jubilación. Eso se acabó. Todo fluye y el trabajo se caracteriza por su inestabilidad, por su dispersión y hay que adaptarse a este futuro.

- Cambios en percepción de la vida...

La misma noción de hacer carrera en un oficio, una rama de la producción, se va diluyendo. Entonces no hay la idea de carrera en el sentido de que se va por un camino que puede ser sinuoso, con disyuntivas, pero es un camino a fin de cuentas. Ahora se tiene la impresión que no hay camino, las mareas van para un lado, uno para otro lado y no se acumula experiencia.

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